El humilde barrio 21 de Septiembre, en Villa Carmela, se ubica al este de la ruta 315. En esas calles de tierra, embanderadas con pasacalles de dirigentes políticos, los vecinos y trabajadores conviven con los males que genera el narcomenudeo. El barrio está compuesto por tres arterias que desembocan en un paredón, que va paralelo a las vías del tren, y cuyos muros solo dejan espacio a un pasillo que conecta con los rieles. En ese pasadizo está la casa en la que encontraron encerrado y encadenado, en una habitación precaria, a Julio, de 34 años. El hombre fue rescatado por la Policía, que había ido a allanar el lugar en busca de un fugitivo, que no fue hallado. En esa casa los uniformados detuvieron a una mujer, quien ya fue imputada por privación ilegítima de la libertad en contra de su hermano. La Policía busca a los padres del hombre.
La detenida no es la principal acusada del hecho, pero era la mujer que estaba cuidando la casa cuando se dio el terrible hallazgo. La víctima aparentemente sufre una discapacidad, no podía hablar con claridad y les dijo a los efectivos que tenía 16 años. Allegados y conocidos de Julio le indicaron a LA GACETA que el hombre no nació con capacidades diferentes, sino que el consumo de droga lo fue afectando de modo devastador. Esa es una de las cosas que la Justicia intentará establecer con una pericia médica. “La noticia nos sorprendió. Sabemos que lo tenían controlado, que no lo dejaban salir de la casa desde hace tiempo, pero no teníamos idea de que lo tenían encerrado en esas condiciones. Desde hace tiempo no nos damos con ellos porque no compartimos su forma de vida”, sintetizó una tía de la víctima, que no quiso dar su nombre ni profundizar en el tema.
Cadena y colchón
Julio fue hallado en un estado de salud calamitoso; estaba amarrado a una cadena que pendía del techo y sólo tenía un colchón dentro de las cuatro paredes en las que vivía. “La habitación parecía haber estado preparada para esta persona, porque se observa una cama de cemento y un baño precario (un hueco entre el piso y la pared). Todo en malas condiciones. El hombre estaba hacinado y atado a una cadena. El cuarto fue construido al fondo de la vivienda y no tenía luz eléctrica”, describió el comisario Walter Colombres, jefe de la zona II, que explicó que llegaron al lugar el sábado en busca de un evadido, razón por la que allanaron cinco viviendas. Entre ellas estaba la del barrio 21 de septiembre, donde se rescató al hombre.
El comisario, que habló en entrevista con LG Play, agregó que: “al ser encontrado, por supuesto que el hombre pedía ayuda. Era difícil entenderle por lo que no pudimos establecer si tenía algún tipo de discapacidad. Lo revisó el médico de la Policía y la Fiscalía solicitó que sea asistido en el hospital Obarrio”. También mencionó que el individuo mostraba signos de desnutrición y deshidratación. Por otra parte, otras fuentes policiales que intervinieron en el caso señalaron que la víctima manifestó que tenía 16 años y que -aparentemente- sus captores le pegaban.
Domiciliaria
Los efectivos de la Unidad Regional Norte detuvieron a la sospechosa en el lugar y esperaron –sin éxito- por el arribo de sus padres, que serían los más comprometidos en el caso.
Por el hecho tomó intervención la fiscalía de Violencia Familiar y de Género I, a cargo de Carlos Picón. En su nombre, el auxiliar Exequiel Filmann realizó la formulación de cargos y solicitó la prisión preventiva para la aprehendida, a quien finalmente se le dictó el arresto domiciliario. El auxiliar anunció que ya solicitaron más detenciones por este hecho y señaló que, más allá de las sospechas que surgen de los testimonios, quedan al menos dos cuestiones por esclarecer: primero, por qué razones la familia decidió encadenar al hombre, y segundo, cuánto tiempo tuvieron a Julio prisionero en esa habitación siniestra.
“Nunca escuchamos gritos, no imaginábamos esto. La casa está en un pasillo que da a las vías, por lo que iba a ser imposible oír al chico desde aquí”, indicó un comerciante que no quiso dar a conocer su nombre. En las tres calles que componen el vecindario tienen miedo de lo que puedan decir, principalmente tienen miedo de quienes habitan y frecuentan el famoso pasillo que lleva hacia los rieles del tren. “Es una zona roja, ahí venden de todo y sólo entra la mala yunta”, aseveró el vecino.
Efectivos al mando de los comisarios Joaquín Girvau y Walter Colombres continúan la búsqueda de los demás integrantes del núcleo familiar.
Al cierre de esta edición se entregó en la Policía otra hermana de la víctima. “No hay precedentes sobre un delito tan aberrante”, concluyó Colombres.